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martes, 25 de junio de 2013

¡ANSINA ME LLAMAN, PERO ANSINA NO SOY! de Miguel Angel Berriel Perille (Notas) el domingo, 23 de enero de 2011 a la(s) 12:23 Hace tiempo que insisto en que la estatua de Ansina que está en Villa Ansina no es de Ansina: ¡tenemos una estatua que honra a una persona mientras representa a otra! Se trata de un error histórico independiente de las intenciones y los esfuerzos de quienes realizaron y colocaron el monumento. En 1885 una delegación uruguaya, enviada por el presidente de la república Máximo Santos y presidida por Máximo Tajes, llego al Paraguay con el fin de devolverle a esa nación los trofeos de la guerra de la Triple Alianza. Esa delegación también tenía el cometido de constatar el sitio preciso en el que había muerto “el padre de nuestra nacionalidad, General Don José Artigas”. Es así que se trasladan hasta Ibiray acompañados por el presidente paraguayo. En esa oportunidad presentaron ante la delegación a un anciano moreno y canoso. Lo habían traído desde Guarambaré, donde vivía. Se llamaba Manuel Antonio Ledesma, tenía ochenta y nueve años y había llegado a Paraguay con Artigas en el año 1820. Fue objeto de mucha curiosidad y entrevistado dijo haber sido siempre “adicto soldado” de Artigas, llegando al grado de sargento dentro de sus tropas. En aquella oportunidad le entregaron dinero, ropa y también le hicieron una foto para la cual lo vistieron con una levita. Ledesma murió el 5 de marzo de 1887, en 1925 fueron exhumados sus restos que habían sido envueltos en la bandera nacional que le regalo la delegación uruguaya en 1885 y repatriados el 27 de octubre de 1938. En 1926 el investigador Agustín Carrón afirmo que Manuel Antonio Ledesma era “Ansina” y diez años más tarde el presidente Terra ordeno imprimir cuatro mil ejemplares del libro de Mario Portillo, inspector de Instrucción Primaria del Ejército, sobre Ledesma como Ansina, titulado “El último soldado artiguista”. En 1928 el investigador Daniel Hammerly Dupuy entrevistó en Paraguay a Juan León Benítez de ochenta y seis años, “que cuando era niño le llevaba a Artigas las gacetas y los dulces”; quien le explico que Ledesma no era Ansina y que este se llamaba Joaquín Lencina. Le dijo que Ledesma era mas joven y que vivía en Guarambaré, que Ansina, cuando Artigas murió, se fue a vivir con él hasta que cumplió cien años, que estaba ciego, que escribía versos y cantaba acompañándose con la guitarra o con el arpa. Hammerly, al descubrir que Juan León conservaba unos papales con los versos de Ansina, se los pidió prestados para copiarlos; solo copio los que estaban el español ya que también había versos en guaraní y en portugués. Estos datos no se conocieron hasta que en noviembre de 1951 Hammerly Dupuy publica en Argentina el libro “Artigas en la poesía de América” donde aparecen los versos adjudicados a Ansina. Es recién entonces que se exponen por primera vez a la opinión pública en Uruguay. Esto explica que una año antes, en 1950 al cumplirse el centenario de la muerte de Artigas, se halla realizado un solemne funeral donde se velaron juntos los restos de Artigas y del moreno Ledesma… ¡siempre creyendo que era Ansina! Años mas tarde, aclarada la confusión, los restos de Ledesma, que en 1938 habían sido colocados en del Panteón Nacional junto a los restos de Artigas pensando que eran los de Ansina, se sacaron y se pusieron en el mausoleo “al soldado oriental” donde se libro la Batalla de las Piedras. Durante muchos años se creyó que la foto de Ledesma de 1885 era la de Ansina. En ese testimonio grafico se inspiro José Belloni para realizar en 1943 la estatua a "Manuel A Ledesma – Ansina” que actualmente se encuentra en Tres Cruces. Pero la resistencia para aceptar que Ledesma no era Ansina fue grande. Gonzalo Abella y Nelson Caula mencionan la adulteración del documento de compra del esclavo Joaquín Lencina por parte de Artigas en la Misiones Orientales, donde el año de la compra, 1795, se transformaba en 1805: “…el 7 se había transformado en un burdo 8 con ángulos rectos y el 9 estaba oculto dentro de un cero que era la elipse con el interior pintado de oscuro. ¿Qué sentido podía tener esa torpe adulteración de un documento de la época colonial? Alguien me sugirió que quizás hubiera interés en rejuvenecer por esta vía a Ansina para seguir sosteniendo que Ansina y Ledesma eran la misma persona como todavía se afirmaba en 1980…” Si la confusión fue mantenida hasta los ochenta es razonable pensar que al escultor tacuaremboense José Bulmini también se halla inspirado en la foto de Ledesma para realizar la estatua de Ansina. Tanto en la foto de 1885 como en la estatua de Bulmini vemos a un anciano moreno de barba canosa, sentado, con un bastón en la mano derecha…y con la levita abotonada… ¡la que le pusieron a Ledesma para la foto! Evidentemente la estatua de Bulmini, ubicada en el triángulo formado por las rutas 26 y 44, representa a Ledesma. Por eso habría que reubicarla en otro lugar, pintarla de un solo color, como el mismo escultor ha sugerido más de una vez, y ponerle una placa que diga: “Sargento Manuel Antonio Ledesma - Soldado artiguista, amigo y protector de Ansina” Así la Villa se enriquecería con la evocación de un nuevo personaje. Y a Don Joaquín Lencina se le hizo un monumento que lo representa con fidelidad histórica: amigo y soldado de Artigas, payador de los albores de al Patria, cantor y guitarrero. ¡En ese proyecto trabajó el escultor Carlos Sabaño! Danilo Antón advierte: “Señores eruditos recuerden como fue en realidad la historia. Don Joaquín Lencina, negro, fue fundador de la literatura oriental y padre de la patria vieja. Guitarreo, arpista, poeta y payador políglota, gestor de ideas y aconteceres junto a Don José Artigas, Andresito y tantos otros en los tiempos de los orígenes. En vuestros próximos libros, traten de no olvidarlo nuevamente” ¡Nosotros no lo olvidamos! Por eso hemos traído la tierra colorada de Guarambaré; la tierra paraguaya que Ansina supo cultivar con trabajo, con sueños de libertad, con fe y con el canto; la tierra donde al morir fue sembrado. Queremos que de ese puñado de tierra sagrada y de la obra del escultor Sabaño, siga germinando en esta Villa la memoria de Ansina, con los valores que el encarnó, con la esperanza que el cantó y con la raza que el honró. P. Miguel Berriel fdp Bibliografía consultada: EQUIPO INTERDISCIPLINARIO DE RESCATE DE AL MEMORIA DE ANSINA, “Ansina me llaman y Ansina yo soy”,Rosebud Ediciones, 1996. GONZALO ABELLA, “Mitos, leyendas y tradiciones de la Banda Oriental”, BetumSan Ediciones, 2001. NELSON CAULA, “Artigas Ñemoñaré II”, Rosebud Ediciones, 2004. ANA RIVEIRO, “El Caudillo y el Dictador”, 3ª ed., Buenos Aires, Planeta, 200

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